No necesito más que verdad. No quiero vacíos, ni torbellinos de miedo instalados en la boca de mi estómago. No busqué jamás y si tengo la suerte de encontrarte, no quiero verdades a medias. No exijo, no obligo, no pido. Simplemente sé verdad. Todos los días, con sus horas de sueño. Todas las mañanas y no sólo a media noche. Y aunque no sea para siempre, que siempre sea verdad.
Tengo cien mil monstruos berreando trás de mí, no tengo ganas de creerlos, no quiero enfrentarlos. Ni volver a perder.