martes, 24 de septiembre de 2013

Se aferra el corazón a lo perdido, todavía una canción de amor.

Dime adiós. Dímelo porque si no, no podré irme. Y aunque sea lo que menos quiero es lo que más deseo. Necesito desaparecer y no tener nada por lo que preocuparme. No sé qué será de nosotros más allá de esto, creo que nunca deberíamos haber ido contra  la barrera que teníamos delante de nosotros y al final míranos.

Déjame ir, no vengas a por mí, no busques nada de mí, pensándolo bien, hace tiempo que ya no lo hacías, entonces, dime adiós.


Aquí no hay finales, porque nunca hubo principios. Aunque me encantaría saber qué hacemos todavía aquí, es tan absurdo. No se trata de valentía, tampoco de miedos. Creo que es costumbre, y las costumbres son tan difíciles quitárselas de encima.

Recuerdo que soy la que luchaba, recuerdo que soy la que pedía presencia, ahora me voy y sabes tan bien como yo que me dejarás ir, como siempre.


Hay un principio para mi muy cerca, necesito ir.



Todos los finales son fatales, sino sabes que vendrá.
Todos los principios son finales, disfrazados de oportunidades.

martes, 17 de septiembre de 2013

No quiero que venga el destino a vengarse de mi. .

Pasa que pasa el tiempo. El tuyo, el mío. Pasa nuestro tiempo y si no fue, no será, porque el tiempo arrasa con todo a su paso y no sabe guardar en los armarios. Como cuando cambiamos los abrigos por los vestidos cortos. Nos quedamos viendo como pasa, y fuimos capaces de dejarlo ir, sin tener la certeza de que nos volviera a enfrentar. Y me he prohibido. 


 Me he prohibido recordarte, a ti y a todo lo que me llevase hasta a ti, me lo he prohibido por obligación. No me había dado cuenta, hasta que hoy cuando me has venido a la mente por qué sé yo, me he callado, y he esquivado el recuerdo. Me obligué a olvidar tu voz, y acepté que ya no estarías entre mis contactos más recurridos, me resigné a dejar ir con el viento, y con el tiempo, tu esencia. Pero te busqué.

Te busqué, durante no sé cuantas noches, en no sé cuantas sonrisas, y creo que al menos en catorce espaldas diferentes, y hasta cuando supe que ya no te buscaba, te recordé. 





Todo fue muy diferente, siempre estuve a la deriva y ahora que creo que me estabilizo me encuentro extraña. Parece que la calma no es tan buena, al menos después de tanta tormenta y en un primer momento, será cuestión de costumbre, supongo. Como ver que ya no estás, aunque vayas volviendo, de vez en cuando.

No soy de destinos ni creencias. No será lo que no ha sido.