martes, 17 de septiembre de 2013

No quiero que venga el destino a vengarse de mi. .

Pasa que pasa el tiempo. El tuyo, el mío. Pasa nuestro tiempo y si no fue, no será, porque el tiempo arrasa con todo a su paso y no sabe guardar en los armarios. Como cuando cambiamos los abrigos por los vestidos cortos. Nos quedamos viendo como pasa, y fuimos capaces de dejarlo ir, sin tener la certeza de que nos volviera a enfrentar. Y me he prohibido. 


 Me he prohibido recordarte, a ti y a todo lo que me llevase hasta a ti, me lo he prohibido por obligación. No me había dado cuenta, hasta que hoy cuando me has venido a la mente por qué sé yo, me he callado, y he esquivado el recuerdo. Me obligué a olvidar tu voz, y acepté que ya no estarías entre mis contactos más recurridos, me resigné a dejar ir con el viento, y con el tiempo, tu esencia. Pero te busqué.

Te busqué, durante no sé cuantas noches, en no sé cuantas sonrisas, y creo que al menos en catorce espaldas diferentes, y hasta cuando supe que ya no te buscaba, te recordé. 





Todo fue muy diferente, siempre estuve a la deriva y ahora que creo que me estabilizo me encuentro extraña. Parece que la calma no es tan buena, al menos después de tanta tormenta y en un primer momento, será cuestión de costumbre, supongo. Como ver que ya no estás, aunque vayas volviendo, de vez en cuando.

No soy de destinos ni creencias. No será lo que no ha sido. 

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