jueves, 20 de diciembre de 2012

Quilos de niebla


Hoy me han entrado ganas de teclear. De repente, puede que no tenga sentido, pero cuando “escribo” no busco coherencia, busco liberación, comprensión, claridad, relajación y consejo, de mi a mí misma. Aunque a veces lo único que obtengo, es una sobredosis de confusión. Y aunque esto que hago, no se considere escribir, a mi me sirve, y con eso sobra.

Me abrazan unos días raros, extraños, cargados de pensamientos muy confusos, y eso me hace obnubilarme, dudar, más si cabe, de mi misma. Nunca nadie antes, lo había conseguido, y  de repente sin más, me encuentro frente a algo que no sé cómo describir. No sé cómo hacerlo porque el simple hecho de hacerlo ya implica la aceptación, y quizá es a eso a lo que me niego, a aceptar que sigo siendo igual de ilusa que fui siempre.

Me parece tremendamente asombrosa, la facilidad que poseen algunas personas para pasar página, o para mantener una en constante movimiento, nunca termina de pasar, pero tampoco se queda quieta. Nunca llega a la 202, pero no se queda en la 201.

Es como un libro en el que entran y salen de manera constante numerosas personas, sabes que unas van a durar más que otras, sabes que otras van a permanecer mucho más tiempo del que crees, y tienes la certeza de que la huida de algunas de esas personas te va a hacer demasiado daño, más del que serías capaz de aceptar, de asimilar, de superar.

Cientos de miles de veces, me he prometido, jurado y perjurado que nada iba a afectarme tanto, que todo iba importarme menos, pero ¿cómo dejar de ser yo, para sentir menos? No sería yo misma.

Cada uno lleva el sufrimiento de sus cosas, hasta el punto que quiere, lo vive como le interese, lo alarga cuanto desee, lo maldice tanto como le apetezca y a veces, incluso lo abraza. Pero siempre, antes o después y como todo, acaba aparcándolo a un lado, durmiéndolo durante un tiempo, hasta que un pequeño chasquido, ¡CLICK! Lo activa, y vuelta a empezar.

Nadie sabe más que uno mismo como es, y nadie va a acertar 100% como eres, porque siempre nos guardamos un poco de nosotros mismos, para nuestras noches malas, para nuestros insomnios, para descubrirnos muy poco a poco. Yo lo hago de manera constante, y me asombro, a medida que avanzo por mi pequeño libro, me doy cuenta como ahora, soy capaz de hacer cosas, que antes pensaba imposibles. Mi gran fallo es la extrema paciencia, la agonizante espera a que sean los demás quienes digan fin, quizá sea, porque odio los finales, las huidas y las desapariciones, quizá sea porque he sido protagonista de todas ellas, muchas más veces de las que quisiera, y ser quien las sufre, no es tan agradable.




En realidad, necesito sincerarme conmigo misma para seguir delante del portátil. 

sábado, 8 de diciembre de 2012

Desvíate. .


Como cuando han pasado cientos de miles de horas y sientes que aún así tu vida es igual, que no ha variado. O como cuando a un actor se le encasilla en un género porque se ha descubierto que la gran mayoría de sus éxitos, provienen de ese mismo género. Pero eso no es cierto del todo, tan solo es algo que casi nos obligamos a creer, auto convenciéndonos de que es lo que nos tiene que pasar. 

No os pasa que cuando algo está completamente acabado, y ha pasado mucho tiempo, si miráis atrás, por cualquier motivo, una foto, un olor, un recuerdo, una imagen o un mensaje, ¿no os pasa que veis que es distinto? ¿no os veis a vosotros mismos más cambiados? 

Todo es jodidamente difícil al principio, todos los principios son extremadamente complicados, pero el placer inmenso que sientes cuando miras hacia atrás y ves tú evolución, ese placer es indescriptible, es el placer de saber que tú, has crecido. 

Todo esto no se puede llevar solo a lo personal, en cuanto a relaciones muertas o tóxicas, esto lo amplío a todo ámbito, y lo hago porque lo he experimentado a lo largo de unos años, lo he podido notar en diferentes situaciones. Relaciones amorosas, y no tan amorosas, amistades, estados de ánimo. . Lo abarca todo. Sabéis bien a lo que me refiero, en alguno de esos campos os ha tocado batallar seguro. 

Un momento en el que tu vida se encuentra en standby, no avanza, se estanca y tú te obligas a cambiarla, pero amigo, no sólo está en querer cambiar tus días, está en que estés plenamente capacitado para hacer lo imposible por que esto suceda, repito, lo imposible, lo más loco, lo más insensato, lo que siendo tú mismo no harías, ahí está de nuevo, el principio (jodido) de tu nueva vida. Cuando eso pasa, cuando has dado ese paso y avanzas, y en algún momento miras atrás, verás lo incapaz que te sentías de cambiar y sonreirás por todo lo que has conseguido, contigo mismo y por ti mismo, eso es crecer.