lunes, 4 de junio de 2012

Llega un punto, en el que te cansas de melosidades, de tristezas y del gris. Quizá sea la gente, el ambiente, los cambios, las despedidas, las etapas, los vértigos, las aventuras, quizá solo sea la madurez. No he crecido a lo largo de 21 años, he crecido en un mes, he crecido tanto, que ahora sé de lo que soy capaz, de lo que puedo conseguir, de lo que puedo perder si arriesgo, sé cómo soy, que quiero y cómo lo quiero. Pero aún así, sigo teniendo miedo. 

Asomas la cabeza por la ventana, y sientes la enorme y cálida brisa del mar, casi hasta lo hueles, y entonces te das cuenta, que ésta será una de las pocas veces que sentirás el mar tan cerca, da tanta paz.

Durante muchos días, durante mucho tiempo, he añorado determinadas cosas, actitudes, palabras, acciones, lo he añorado por mucho tiempo, pero es que, he de sentirme viva por añorar eso, por que hay personas, que jamás lo tuvieron y no podrán añorarlo, que egoísta puedo llegar a ser. 

No pretendo dar lecciones de vida, ni mucho menos, me debe tantas lecciones la vida que soy  la menos indicada para hacer alarde de ninguna de ellas, pero puedo decir que, hay cosas que siempre se repiten.


No hay comentarios:

Publicar un comentario