sábado, 18 de mayo de 2013

"Soy el hombre invisible que una noche soñó un imposible parecido al amor. ."

Como cuando todos te disparan las bolas de pintura en el campo de batalla, como cuando eres la diana de todas las cosas increíbles, como cuando nada puede ir peor y empeora. Como la portadora de la ley de Murphy. Así. 

Así sintió tus palabras. Así se desmoronó, así dejó de sentirte y aún así te buscó. En cada palabra, en cada duda, en cada miedo, en cada deseo. Y en lugar de huir como habría hecho de ser justa consigo misma, se olvidó de ella y fue a por ti, quería sacar ese monstruo que te envolvía y te impedía ser tú. Quería tu realidad, no la ficción que te habías empeñado en crear, para no tener que sufrir. 

Eras un cobarde y seguramente ella también lo fuera, por eso siguió buscándote. No vio que tú no eras su medicación, pero para ella, eras todo lo que la curaba. Eras peor que una droga dura, eras peor que un invierno en Alaska, eras tremendamente insufrible y altamente huidizo. Eras quizá, de todo lo que siempre había huido. Pero te buscó y no paró hasta volver a caer en tus brazos. 

La heriste, pero se le olvidó. También la amaste después. Eso también se le olvidó. Solo vivía recordando el pasado más inmediato, el resto le hacía demasiado daño. Decidió sobrevivir y quería hacerlo contigo. 

Ese fue su error. O puede que su mayor acierto.



"Si me provocan, yo también sé jugarme la boca, 
yo también sé besar."



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